El ser humano, en su afán de ser superior al resto, ha sido capaz de cometer las más grandes
atrocidades. No le ha temblado el pulso cuando ha sido necesario eliminar a otros iguales con el fin de ser dueño y señor de todo lo que hay a su vista. Para ello se ha valido de las
diferencias, casi siempre infundadas sin lógica alguna por personas con mucho peso dentro de un grupo.
El crimen sin nombre, o conjunto de crímenes, al que se quiere llegar es uno que se ha
repetido en numerosas ocasiones, uno que solo en el siglo XX dejó más de 70 millones de
muertos. Hablamos del genocidio. Se entiende como genocidio el exterminio o eliminación
sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad. Sin embargo, esto se trata de un reduccionismo, pues su definición es más compleja ya que el genocidio también comprende el sometimiento, la humillación y la eliminación de cualquier
rastro de dignidad. El término fue acuñado por el jurista polaco de origen judío Raphael Lemkin, que también fue el principal impulsor de su reconocimiento como delito por el
derecho internacional. Él huiría en 1939 de uno de los mayores genocidios en la historia, el
perpetrado por la Alemania nazi contra los judíos y otras minorías étnicas como los gitanos en
el marco de la Segunda Guerra Mundial.
Otros que ocurrieron en el transcurso del siglo pasado fueron el camboyano y el ruandés,
ambos conocidos también por la brutalidad de las acciones llevadas a cabo por el grupo
perpetrador. En términos actuales, y tratando el conflicto en Palestina, muchas voces señalan
que los métodos y herramientas que utiliza Israel contra la población palestina en la ocupación de su territorio se pueden considerar como genocidio. Por regla general se debe emplear esta palabra con mucho cuidado, pero si nos detenemos a analizar cuidadosamente la situación el término comienza a tornarse como adecuado. Lo que más llama la atención es que la mitad de las víctimas mortales en los dos meses que se cuentan de ataques son niños. Y no solo se queda en eso, las prisiones también tienen a niños recluidos. Esto nos indica que se ataca a la infancia, y es que es más sencilla la eliminación del grupo si se comienza por los cimientos. Sin embargo, existen más regiones en el planeta que debido a su situación geopolítica no logran dar la voz suficiente a sus problemas o simplemente, no se les pone el foco. Es el caso de los uigures en China, que sufren constantes agresiones por parte de un estado policial de pleno derecho; el de los musulmanes rohinyá en Birmania, que sufren también todo tipo de violaciones perpetradas por el ejército y la policía de mayoría budista; o el de los sudaneses de Darfur, donde la violencia de milicias y grupos paramilitares han causado la huida de cientos de miles de personas.
Y es que estamos ante un gravísimo problema, cómo es posible que seamos capaces de lograr los más grandes avances en todos los ámbitos desde la ciencia y la tecnología pero que no podamos convivir en armonía. La respuesta está en conseguir este mismo desarrollo en materia social, garantizar y proteger los derechos humanos de todos, los derechos que todos poseemos por el simple hecho de ser humanos. El respeto y la tolerancia deben ser la fórmula para nuestras relaciones. En cuanto al genocidio hay que prevenirlo y combatirlo, los estados del mundo verse obligados a tomar acción si se presentan indicios en cualquier parte.
También es importante fomentar valores de unión y fraternidad entre los pueblos, porque
todos somos iguales, no existen diferencias. Las diferencias se crean siempre por los intereses de unos pocos.
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